Finalmente llegó el tan esperado 1 de junio, fecha de esperanza y frustración. Esperanza para aquellos que pueden salir del encierro a trabajar y percibir un sueldo para mantener a sus familias; frustración para los que se tienen que quedar en casa en espera de que los semáforos empiecen a cambiar de color.
Toda esta época está siendo difícil. Adaptarse a algo desconocido cuando no sabemos cómo y cuándo terminará no es fácil, estamos inmersos en la incertidumbre. Sin embargo, ha sido un tiempo en el que nos hemos acercado, a pesar de la sana distancia, a la familia, a los hijos, a los nietos, a los amigos, a los clientes y a todos aquellos que de alguna forma han estado en constante comunicación con nosotros. Nos han empezado a importar cosas que antes no lo hacían; le hemos dedicado tiempo a actividades que antes dejábamos a un lado; hemos pensado en opciones diferentes, ajenas a la rutina anterior, todo esto con el objeto de estar física y mentalmente sanos, y no será en vano, definitivamente nos ayudará para el futuro.
A pesar de la dificultad y del dolor al escuchar que gente cercana se ha ido, debemos confiar en la ciencia, apoyar y reconocer a todos aquellos profesionistas en el campo de la medicina que están al pendiente de nuestra salud. ¡Debemos ver hacia delante!
Te puede interesar: ¿Cómo enfrentar la crisis del coronavirus en las empresas familiares?
Para aquellos empresarios que a partir del 1 de junio ya están en modo “NUEVA NORMALIDAD” les espera un gran reto: el cambio. Debemos ser conscientes de que las cosas no regresarán a como estábamos acostumbrados; esta pandemia nos llevó a modificar hábitos, establecer prioridades, definir y separar lo importante de lo urgente, planificar y administrar los riesgos, estar mejor informados, mejor comunicados, apoyarnos en nuestra gente, hacer un gran equipo que responda a los problemas, retos y oportunidades que el destino nos ha puesto enfrente. Es una gran prueba.
Dentro de nuestras familias y empresas debemos reforzar nuestro liderazgo, buscar ser asertivos en nuestras decisiones y fortalecer a los órganos de gobierno, consejo de familia y consejo de administración, que serán el soporte hacia un nuevo rumbo. No hay que olvidar que todavía estamos en crisis y que esta no terminará en el corto plazo. Por tal motivo, deberíamos pensar, probablemente, en replantear nuestro modelo de negocios: ¿será el adecuado en los tiempos que se avecinan? Debemos planear una nueva estrategia para estar más cerca del cliente, cuidar y motivar a nuestro talento humano y crear un protocolo de crisis. Debemos, a toda costa, evitar tomar decisiones de pánico. Trabajando en estos planteamientos saldremos más fortalecidos.
Es el momento de apoyarnos en nuestro consejo de administración; hay que reunirlo, plantearle nuestra problemática, nuestras ideas de cambio e innovación y solicitar su apoyo, acompañamiento, experiencia y sabiduría para planear conjuntamente esa “NUEVA NORMALIDAD” que solos no podremos enfrentar. Necesitamos que nos ayuden a definir que sí y que no genera valor y aprovechar al máximo los pocos recursos disponibles y trabajar arduamente en equipo… todos en un mismo equipo.
Si esto no lo hacemos hoy, ¿cuándo? Si no lo hacemos nosotros, ¿quién? Es el momento de cerrar filas con la familia; enaltecer los valores que nos han guiado durante la vida y nos han encaminado para confrontar problemas y salir adelante. Esta es la prioridad. Juntos lo lograremos. En algún momento el virus desaparecerá y nosotros permaneceremos. Finalmente venceremos y estaremos presentes en una “NUEVA REALIDAD”.
Consulta la página de la Nueva Normalidad del Gobierno de México.