En esta ocasión quiero hablar de los empresarios. Este grupo heterogéneo de personas diferentes una de la otra que buscando una fuente de ingresos para mantener a su familia o aprovechando una oportunidad que la vida le puso enfrente o tratando de hacer realidad sus sueños, han logrado crear empresas, en algunos casos emporios, gracias a su fe, su empuje sin igual y haciendo, en la mayoría de las veces, grandes sacrificios para lograrlo.
Durante mi etapa de consultor he convivido, discutido, negociado e incluso, en algunas ocasiones, criticado a los empresarios; todo esto con la idea de apoyarlos y guiarlos para que puedan preparar sus negocios, y también su persona, para el momento de la sucesión.
Es difícil tratar de catalogarlos: los hay amenos, cultos, divertidos, oscos, difíciles de trato, preocupados, molestos, positivos, negativos, optimistas, etc., pero todos tienen un común denominador: haber sido empresarios exitosos que lograron hacer grandes empresas, algunas referentes en el mercado y gracias a ello poder cubrir las colegiaturas, los gastos de salud, las vacaciones y entretenimiento de los miembros de su familia. Ahora después de toda una vida ha llegado el momento en que hay que hablarles y convencerlos de que el momento de la sucesión está cerca.
Tratar de trabajar con ellos es toda una odisea, los teléfonos suenan, las interrupciones son constantes y las distracciones múltiples. No son pocas las veces en que le he reclamado a alguno ¿cómo podemos trabajar así? No podemos planear, ni pensar ni decidir ni implementar absolutamente nada con tanta interrupción y pensando exclusivamente en el día a día.
Recuerdo a uno de estos empresarios, Dios todopoderoso como lo llamé, que intervenía en todo: compras, ventas, fabricación, contratación y despido de personal, pagos, mantenimiento de las camionetas, todo absolutamente todo pasando por sus manos; alguna vez le pregunté ¿piensas que alguno de tus hijos ha heredado esa capacidad para operar y decidir como tú lo haces? ¿Cómo se va a dar la sucesión en estas condiciones? Es este uno de los grandes retos que ha tenido que enfrentar este empresario. Ya ha pasado por muchos momentos de duda; mejor no me retiro!!! Me dice. Y ahí estamos en un largo proceso de estira y afloja para llegar al momento preciso de la sucesión.
Me viene a la mente otro empresario que cuando lo conocí llevaba 12 años tratando de retirarse; nunca trabajó con sus 5 hijos como equipo ni tampoco incentivó el liderazgo de alguno de ellos para ser el sucesor. Me atrevo a decir que los años han seguido corriendo y él atrapado en esa situación que no le permite, a pesar de gozar de gran salud y recursos, retirarse de la rutina y desconectarse de ese peso tan grande que se llama “la operación de la empresa”.
Esa gran oportunidad que vio hace más de 12 años se está esfumando y lamentablemente sigue atado a la silla del poder.
Otro ejemplo de férrea actitud hacia el negocio y hacia los hijos lo pude encontrar en un empresario que luchaba día y noche con uno de sus hijos para que hiciera las cosas como él las quería, a la hora que él quería y si no era así no servía. Siempre pensé que el hijo, capaz y todo voluntarioso, nunca llegaría a ser el sucesor pero la pandemia le ayudó; el papá se tuvo que quedar recluido en su casa y al hijo le tocó el turno para manejar la empresa y vaya si lo está haciendo de maravilla. A veces necesitamos un “empujoncito” para lograrlo.
Finalmente, mi respeto y aprecio para un gran hombre, un gran empresario que sin sentirse eterno ni imprescindible arregló todo para beneficio de su familia y su empresa. Nuestro proceso de trabajo fue excepcional, divertido y muy profesional. Dejó todo ordenado, aclarado, repartido; lo quería hacer para preparar la sucesión. Lamentablemente, el COVID se lo llevó pero dejó una gran familia, una excepcional empresa y un legado impecable por cumplir. Me quedo con grandes recuerdos de nuestras reuniones que se volvieron icónicas.
Llegar a una empresa familiar, tener una platica con su fundador y tratar de leer su mente, escuchar sus ideas y entender lo que busca para mañana, no siempre ha sido una tarea fácil. Los objetivos no siempre se logran. Sabemos de casos donde la sucesión no se da y los sueños de continuidad y trascendencia se truncan. Pero cuando ésta se da los beneficios para la familia y para la empresa son invaluables y por supuesto la recompensa como consultor no tiene precio. Esto es lo que nos motiva día y noche, apoyar a los empresarios y acompañarlos, a veces contra viento y marea, a lograr este preciado momento de la sucesión.
A todos los empresarios, muchos de ellos amigos personales, les dedico estas líneas con el reconocimiento que se merecen por lo que hicieron en el pasado, por la dedicación en el presente y por su convicción futura de que la sucesión hay que hacerla en vida, de forma profesional y objetiva pensando en el bienestar de la empresa; como dice el dicho “por el bien de la familia, la empresa es primero”.
Muchas gracias