¿Qué pasará con mi empresa cuando me retire?

En las empresas familiares (también en las no familiares) la sucesión es la llave para la continuidad.

“¡¡¡Tengo mucho miedo de retirarme!!!” Estas fueron las primeras palabras de Luis Reyes cuando empezamos a hablar de la sucesión. La plática no implicaba que mañana tendría que dejar la empresa, simplemente era para crear conciencia de que hay que “dejar todo listo” antes de entregar las riendas de la empresa a su sucesor.

En las empresas familiares (también en las no familiares) la sucesión es la llave para la continuidad. Un proceso de sucesión trunco o mal llevado, en donde el fundador se pasa deshojando la margarita decidiendo un día que se va y otro que se queda, sin saber qué es lo que tiene que hacer, es una sucesión que hace peligrar la continuidad de la empresa. Lo mismo sucede cuando, sin haber un plan de sucesión, se presenta una contingencia, y tanto la empresa como la familia, se quedan sin líder.

Así como Luis, hay muchos fundadores que necesitan sensibilizarse sobre el tema a pesar de sus temores, “por tal motivo, Luis”, le dije, “es importante que tengamos un plan de sucesión, que trabajemos de la mano, juntos. Primero un plan para un caso de contingencia y, segundo, uno para tu retiro programado.” Creo que después de esta explicación, a Luis le regresó el color a la cara.

En 1997, Luis abrió las puertas de “Maderería el Roble”. Sin haber completado sus estudios profesionales y por necesidades económicas, se tuvo que poner a trabajar. Después de haber sido la mano derecha de Ignacio López, el maestro carpintero, se arriesgó y puso su propio negocio. Fueron años difíciles para Luis; para ese entonces, a sus 27 años, ya estaba casado con Ángeles y Lucía tenía un año. Posteriormente llegaron Patricia y Erika.

Los años pasaron, la maderería se convirtió en una renombrada fábrica de muebles y las hijas crecieron. Luis tuvo la fortuna, gracias al sacrificio, el esfuerzo y al reconocimiento de sus clientes, de mandar a sus hijas a buenas escuelas y cada una pudo elejir la carrera que le atraía. A la única que le gustaba la empresa y los productos que se creaban era a Patricia, sin embargo, Luis nunca le permitió trabajar en la maderería. Así fue pasando la vida y Luis seguía apasionado con su empresa, pero estaba llegando a la edad madura; nunca pensó en la sucesión ni las consecuencias de no hacerla.

La sucesión no es (como muchos piensan) dejarle el puesto a mi hijo (muchas veces el primogénito) e irme a hacer quién sabe qué cosas. No. El proceso de sucesión contempla cambios en la vida del fundador, de la familia y en la empresa.

¿Por qué hay que hacer tantos cambios y no, simplemente, nombramos a nuestro sucesor y lo presentamos ante los trabajadores, clientes, proveedores, banqueros y terceros interesados? ¡Porque la sucesión afecta todo el ecosistema de la empresa! Para que sea más fácil de entender el tema, le explico a Luis:

  1. Para el fundador, dejar la empresa, “su hijo creado”, tiene una gran carga emocional. Convivimos con nuestro “hijo” todo el día, todos los días, ¿cómo se llena ese hueco al irnos? En este caso, Luis tendrá que crear planes alternativos de vida en donde incluya (si quiere) seguir participando en la empresa, mas no en la operación; puede hacer cosas diferentes a favor de la empresa: nuevos desarrollos, abrir mercados, innovar productos o servicios, liderar alguna certificación o pertenecer al Consejo de Administración y, como presidente, ver a su empresa desde una óptica holística fuera de la operación. Ahora se puede dar el tiempo para atender a su familia, tener hobbies, realizar obras altruistas, jugar golf y otras tareas que, por supuesto, nunca pensó en realizar. También estará “entretenido” capacitando al sucesor, transmitiendo su conocimiento, pasando sus relaciones y contando sus experiencias y, sobre todo, cuidar, atender, jugar, pasear y gozar a sus nietos (tiene nueve y son, después de la empresa, su pasión).
  2. La familia debe ser parte del proceso. Juega un rol muy importante en la decisión del retiro y su apoyo a Luis será vital para darle confianza, apapacharlo y asignarle tareas creativas que le impidan extrañar la oficina y pensar en regresar a la empresa (algo que muchos hacen).
    Aunque no se tiene que dar en forma simultánea, hay que preparar la sucesión patrimonial; qué dar, cuándo dar, a quién dar y cuánto dar. Aquí es cuando se tiene que tratar y querer ser equitativo o igualitario, ¿todos iguales o no? ¿Por qué? Esto hay que dejarlo muy claro hoy para evitar problemas mañana
    .
  3. La empresa y la familia necesitan órganos de gobierno. Luis siempre ha sido el gobierno. Hoy no es así. La familia necesita un gobierno propio, el Consejo de Familia; la empresa necesita los suyos: Junta de Dirección y Consejo de Administración;  los propietarios (accionistas) necesitan la Asamblea de Accionistas. Todos deben funcionar de manera eficaz, formal y estructurada, buscando cumplir los objetivos fijados para cada uno.

De esto y muchas cosas más debe preocuparse y ocuparse Luis (y todo fundador) antes de su retiro.

Regresemos con Luis. Todavía siento la angustia en sus palabras al expresar “¡¡¡Tengo mucho miedo de retirarme!!!”; esa fue la primera vez que hablamos del tema y él reconoció que nunca lo había pensado y, ahora que lo pongo fríamente sobre la mesa, le aterra.

Esto que le está pasando a Luis, le ha pasado a muchos fundadores: no piensan que llega un momento en la vida (difícil de fijar en edades) en el que hay que pensar en el retiro. Más allá de esa preocupación personal hay otra preocupación mayor, su empresa.  ¿Qué pasará con mi empresa cuando me retire? Esta pregunta le quita el sueño porque hoy no tiene una respuesta, y no la tiene ya que durante 45 años al frente del negocio que fundó, el modelo de negocio ha estado basado en él y sólo en él. Ahora está angustiado por haber tomado todas las decisiones y no empoderar ni preparar a sus hijas para la sucesión; tampoco sabe, (porque no ha tenido esa plática), si alguna está interesada en la sucesión y continuidad de “Maderería el Roble”. En el pasado, Patricia quería ser parte de la empresa, ¿seguirá teniendo ese interés? Tampoco hay un Consejo de Administración que lo apoye porque ¿quién lo necesita si él es todo?

El puesto de director general es un puesto solitario, sobre todo cuando no tienes una estructura de apoyo, y al estar solo es difícil planear y tomar las mejores decisiones.

Luis tiene que empezar a pensar en el mañana; ya tuvo suficiente pensando en el hoy y hay que pensar quién puede ser el sucesor en caso de contingencia o dentro de un plan perfectamente estructurado. Si en la familia no hay quien lo siga, debe pensar (antes de tomar otras decisiones) en contratar a un externo al cual deberá preparar, acompañar, transmitir conocimientos, platicar secretos y enseñar a negociar y hacer equipo, lo que Luis no pudo hacer.

Luis no está solo porque CONSULTORES OC lo va a acompañar; estaremos hombro con hombro en esos momentos difíciles y lo apoyaremos para lograr cumplir su sueño dándole la tranquilidad que necesita para planear la transición que llevará a “Maderería El Roble” a la continuidad en manos de la Familia Reyes.

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