Para la familia Gómez Quintana los fines de semana son de convivencia familiar y, generalmente, se reúnen en su casa de campo a las afueras de Cuernavaca. Cuando están juntos, las pláticas versan sobre múltiples temas, pero nunca se toca el de “la empresa de papá”.
José Juan Gómez Méndez, padre de Juan, Ernestina y Lucero y esposo de Luz María, un fin de semana de julio de 2019 habló por primera vez de él y de su empresa: “Me siento cansado, ya son muchos años los que me he dedicado a la empresa y siento que ya no tengo la capacidad ni la fuerza para enfrentar los retos de hoy”. La familia estaba en total silencio, el ambiente se empezó a tensar y cada uno esperaba la reacción del otro, nunca imaginaron que llegaría ese momento.
Empresas familiares y temas de sucesión
En las empresas familiares los temas de sucesión llegan tarde o temprano, a veces más tarde que temprano, como en el caso de José Juan, que a los 80 años siente que flaquea y que los desafíos son más que su fuerza; la tecnología lo ha rebasado como a muchos, además de que no entiende cómo convertirla en aliada para tomar decisiones. Por eso, entre otras cosas, recurre a su familia para solicitar su apoyo, comprensión e ideas para enfrentar esta situación.
Debido a la personalidad de José Juan, sus hijos nunca pisaron (literalmente) la empresa. No los necesitó ni quiso que trabajaran con él, en cambio, los incentivó a estudiar y prepararse para ejercer sin tener que estar ligados a su negocio; Juan es el único hijo varón de la familia Gómez Quintana, estudió Tecnologías de la Información y con esta preparación empezó su emprendimiento (por cierto, bastante exitoso), pero nunca se imaginó que ese fin de semana su vida iba a cambiar y tampoco tenía planes de dejar su trabajo. Entonces, justo en este momento, ¿qué le está sugiriendo su papá?
Incorporación y desarrollo en la empresa familiar
La práctica nos ha enseñado que cada familia y cada padre (generalmente), piensa de manera diferente. Hay quienes, a una edad determinada y sin aviso previo, obligan a los hijos a entrar a trabajar, otros esperan a que sus hijos les propongan incorporarse a la empresa y aquellos que nunca pensaron que sería buena idea que los hijos formaran parte activa en la empresa familiar. Finalmente, hay otro grupo de fundadores que invita a los hijos a ingresar y participar en su empresa. Motivos y situaciones hay muchos, y cada padre tiene su propia verdad.
Siempre nos encontraremos casos de éxito y de fracaso; cuando la incorporación y el desarrollo profesional es exitoso, todo es sonrisas y reconocimiento, pero cuando no, ¿qué pasa? Si invitamos a participar a nuestros hijos en la empresa ¿por dónde empezar? ¿Quién los preparará? ¿A qué puesto ingresarán? ¿A quién le reportarán? ¿Podrán hacer lo que quieran? ¿De quién es la decisión de “acomodarse” en la organización, del papá o de los hijos?
José Juan, con profunda preocupación y desde el corazón solicita el apoyo de sus hijos, pero hay un gran problema, ninguno conoce ni ha participado en su negocio. Entonces, ¿cómo lo pueden suplir, a sus 80 años, agobiado por la competencia, la escasez de materiales, la rotación de personal, las bajas ventas y la presión del día a día para tomar decisiones?
El “hubiera“
¿Qué hubiera pasado si, a edades tempranas de sus hijos y la suya, José Juan los hubiera invitado, capacitado y llevado de la mano desde los niveles más bajos de la organización? ¿Hubieran crecido profesionalmente con herramientas para dirigir con preparación y conocimiento la empresa y el mercado? ¿Hoy podrían ejercer el puesto directivo más alto de la empresa familiar?
Esto sucede en muchas empresas, pero no en “Distribuidora Comercial de Morelos”, el negocio de compraventa de materiales para la construcción de la familia Gómez Quintana. Como el hubiera no existe, por lo tanto, el hubiera no le ayuda en lo absoluto a José Juan, que tendrá que pensar en alguien externo a la familia para manejar su negocio.
Aprendiendo de la situación
Lo que pasó en el caso de “Distribuidora Comercial de Morelos” y José Juan, le sucede a muchos otros empresarios. Quiero apoyarte trazando una ruta para hacer crecer a tus hijos dentro de una organización profesional y prepararlos para el momento en que queramos retirarnos de la operación.
decálogo para el desarrollo de los hijos en la empresa familiar
Te recomiendo implementar el siguiente decálogo para que el desarrollo de tus hijos dentro de la empresa sea exitoso:
- Invita a tus hijos e hijas a trabajar en la empresa, nunca los obligues.
- Incorpóralos desde los niveles más bajos de la organización; que su ascenso en el organigrama sea por méritos y no por apellido.
- Asígnales un jefe que no seas tú, para que les enseñe y aprendan todo sobre la empresa.
- Proporciónales herramientas de apoyo, coaching, cursos y más.
- Asígnales objetivos y responsabilidades conforme vayan creciendo profesionalmente y demuestren su amor y compromiso por la empresa.
- Aplícales evaluaciones y mide su desempeño a través del tiempo. Es importante que estas actividades las hagan terceros para que no se preste a malas interpretaciones.
- Exígeles (sí, exígeles) rendir cuentas de sus ejecuciones, decisiones y resultados, ¡siempre!
- Incorpóralos a los órganos de gobierno, escucha y considera su opinión aun cuando estén preparados.
- Inclúyelos en la planeación estratégica de la empresa.
- Y cuando llegue el momento, háblales de la sucesión y tus planes de retiro.
Por cierto, José Juan no quiere que un ajeno a la familia maneje el negocio, por eso decidió entregar la dirección general a su hijo que aún necesita preparación y conocer la operación. Mientras tanto, él sigue tomando todas las decisiones, a veces sin consultar al director general. Este conflicto que comenzó en julio de 2019 subsiste y se ve lejana su solución.
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